Bajo el lema #NoPidasaDomicilio, cientos de repartidores denuncian en redes que, obligados a trabajar, se exponen de forma potencial al coronavirus.
Manuel, repartidor que este sábado, como muchos otros, tendrá que seguir trabajando bajo la amenaza del coronavirus, nos afirma que “aunque mantengamos la distancia con los clientes tenemos que tocar datáfonos, puertas, timbres, ascensores…” Tiene toda la mañana y la tarde por delante para distribuir la mercancía y recoger nuevos encargos. Manuel es un falso autónomo que se lleva limpios al mes unos mil euros. Para ganar este magro salario tienen que trabajar entre 12 y 14 horas diarias, de lunes a viernes y sábado alternos. Las averías, los gastos de mantenimiento de la furgoneta, el seguro del vehículo, las multas, los 15 euros diarios de gasolina, incluso la carretilla corren de su cuenta. Ahora mismo, la vida también.
Bajo el giganteso paraguas de las redes sociales, cientos de personas reaccionan con patriotismo y sale en su defensa para exorcizar el miedo. Las calles están desiertas, los restaurantes cerrados y los repartidores tienen que seguir a pie de cañón. Denuncian que “quieren ganar dinero a costa de su salud”. Tras la explosión de la epidemia del coronavirus en Galicia, el país está respondiendo a la emergencia con una disciplina ejemplar a las duras restricciones impuestas por el gobierno, al tiempo que sabe sobreponerse con solidaridad ante las adversidades.
Redacción.
