[Crónica]: El barrio revive en los balcones

Ante la crisis del coronavirus y sumidos en un montón de dudas, los barrios han trasladado su vida a los balcones.


Como usted y como yo, los barrios se mueven en un mar de contradicciones. Entre el miedo y la esperanza; entre la tranquilidad y la incertidumbre; entre héroes e irresponsables; entre la familia y los vecinos. Ocupa y preocupa qué hacer dentro de las paredes de nuestra casa, la que nos llevó media vida pagar al banco o la que todavía estamos abonando. Emerge el sentimiento de pertenencia mientras tintinean en el bolsillo las llaves de una puerta que hemos dejado de abrir o cerrar, y que hacia dentro conforman lo que llamamos nuestro hogar. En él nos han encerrado por tiempo indefinido y empezamos a palidecer porque se nos viene el techo encima. La ansiedad, el aburrimiento, la amargura…

La vida en el balcón continúa por la noche

Por si fuera poco, la libertad, de la que gozábamos sin saber que eso era la libertad, ha quedado sustituida por una especie de arresto domiciliario, y es entonces cuando la hemos empezado a valorar, después de perderla. Pero no todo es lúgubre, también hay humor y buenas noticias. Los balcones vuelven a ser un puente al mundo. Hemos descubierto vecinos que ni sabíamos que existían.

Aplaudir una mano contra la otra empezó siendo un agradecimiento al personal sanitario pero sin darnos cuenta nos vimos sumidos en una especie de conjuro colectivo para combatir la inquietud que genera el confinamiento y la situación de desazón que propicia la orden de permanecer en casa y la crisis del COVID-19 en general. Nos hemos olvidado del rencor, de la opacidad de vivir en un bloque de cien vecinos, de mil y una cosas más para dejarnos llevar por el Veo Veo o la música que los vecinos comparten para todos.

Nos hemos unido porque hemos dejado de ocultar aquellos aspectos que no nos parecían estéticos, ni agradables, como cantar por la ventana o aplaudir por ella.

Redacción.