Las bolsas de plástico no han vuelto a volar solas los días de viento. Los guantes desechables se han multiplicado vertiginosamente por los cielos y ahora son compañeros desde la distancia.
Los guantes abandonados se están convirtiendo en un elemento cotidiano en el paisaje de las ciudades y, lejos de reposar en las papeleras o contenedores, campa a sus anchas por calles y aceras, adentrándose por lo más hondo de parques y jardines.
Los guantes y las mascarillas ocupan el podio; pero son los guantes, sobre todo, los que más se están adueñando de los rincones. La nueva basura crece hasta el punto que, del descuido, no se libran ni zonas especialmente sensibles a la propagación del virus, como los alrededores del CHUAC, a pesar de que todos somos conocedores de su peligro.
El hecho de que comercios y hostelería hayan estado cerrados ha reducido la basura, pero la progresiva salida de los ciudadanos hace que los servicios de limpieza tengan de nuevo cada vez más trabajo, además de las tareas de desinfección.
Redacción.
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