[4C]: Un espejismo letal para los animales

Mientras nos atrincherábamos en casa debido al Estado de Alarma y las calles permanecían fantasmalmente vacías, los insectos, que, con ayuda de una primavera especialmente húmeda, han proliferado de forma muy notable. Como si fuesen así a reconquistar viejos reinos. Algunos lo hicieron, sí. Pero ha sido un espejismo. Una mala idea. Porque ahora, con el regreso de la gente a las calles y a los entornos naturales, se pone en riesgo la viabilidad de las camadas que distintas especies.


Esta es la primavera de los bichos. «Ha habido mucha lluvia y mucha flor, más de lo habitual. Y, debido al confinamiento, los parques y cunetas se han segado menos… Todo ello ha sido una buena combinación para los insectos», confirma Luis Maceiras, vecino del barrio y profesor de biología.

El veredicto del profesor es el siguiente: los animales han gozado de dos semanas de tranquilidad, y algunos ejemplares hasta se aproximaron a zonas pobladas por donde no solían aparecer. Luego, con el desconfinamiento, «salió la gente a hacer deporte, incluso quien nunca lo había hecho, y el campo se saturó». De manera que «hemos provocado un impacto mucho más fuerte del que había ante».

Se ve muy bien en los nidos, por ejemplo, «de halcones o gorriones». También en camadas de «tejones, jabalíes, corzos, zorros…». ¿Dónde? Maceiras menciona zonas de Culleredo, Cambre y Oleiros incluso lugares próximos a la ciudad poco frecuentados, o el mismo parque de Bens.

Comida abundante

Luis Maceiras recuerda que, por ejemplo, ciertas abejas–»hay más de mil especies en la Península»– hacen su nido en un lugar concreto cuando encuentran el alimento de las flores cerca. Así no tienen que volar largas distancias para llevar comida a sus larvas. Este año, con abundancia de flores y sin la molestia humana, han tenido el sustento a mano y no se han visto obligadas a ‘racionarlo’ ni a priorizar las larvas macho, que comen menos… Había para todos. Y eso se ha traducido en un aumento de las poblaciones de abejas pequeñas (no, no son las de la miel).

Con este ejemplo, Maceiras quiere decir que, al dejar la naturaleza un poco a su aire, hemos visto que «sin jardines tan repulidos y sin tanta desbrozadora también se puede vivir». Y viene bien a los insectos. De hecho, tal y como sostienen él, esto no es ninguna excentricidad: ya existe una tendencia a nivel mundial que aboga por que los entornos verdes urbanos sean más ‘salvajes’ para favorecer a esta pequeña fauna, de modo que sus ‘privilegios’ del confinamiento no se queden en algo tan efímero como esta atípica primavera que casi toca a su fin.

Redacción.


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