Los agentes de seguridad velan por el cumplimiento de las órdenes sanitarias. En A Coruña, la Policía Municipal fue una de las primeras en imponer sanciones a partir de la publicación de la nueva normativa autonómica.
Blancas, azules, negras o de diseño. Y algunas recogidas en la barbilla en lugar de tapando nariz y boca. En el primer día de absoluta obligatoriedad del uso de la mascarilla en la vía pública o en interiores en Galicia, el cumplimiento fue generalizado, salvo excepciones. La Policía Municipal de A Coruña, por ejemplo, impuso las primeras sanciones (a 100 euros cada una) por no llevar las vías respiratorias cubiertas, y eso que las patrullas tenían orden de mostrar una actitud informativa con el ciudadano, no punitiva. «Sólo se sancionan las infracciones flagrantes», apunta un agente.
El Momento recorrió la calle Barcelona, donde se registraron más denuncias por saltarse el estado de alarma y deambular por la calle, especialmente los primeros días, y por el barrio de Cuatro Caminos, para comprobar el grado de cumplimiento de la nueva normativa por las calles.
A las cuatro de la tarde en la plaza de la Cubela, un coche patrulla de la policía se detiene para llamar la atención a un africano que no lleva el protector. El hombre se levanta de un banco sonriendo, mira al coche y se marcha cumpliendo con las normas. Poco después, en la plaza de la Palloza, los agentes reprenden a un grupo de jóvenes que charlan en corrillo a cara descubierta. Los chicos se suben la máscara que llevan al cuello y bajan las cabezas. «Un 90% de la gente que yo he visto la lleva puesta», confirma Juan, un taxista que espera clientes en la parada.
Es una cuestión de educación y de convivencia. El agente es consciente de que «ahora, en verano, es incomodísima», pero «va en beneficio de la salud».
Redacción.
