Menos horas para la fiesta, menos horas para el virus. Esta frase hace que el sector del ocio nocturno tiemble, los más de 300.000 empleos que el negocio suma en toda España. Los distintos gobiernos autonómicos estudian cerrarlo o ponerle coto, la mayoría de nuevos casos se registran en menores de 40 años.
El virus ha encontrado una vía de agua por la que colarse en este verano de nueva y extraña normalidad: el ocio nocturno. La noche, la fiesta, el alcohol, en definitiva, el cóctel asociado a las altas horas de la madrugada ha puesto fácil el camino al virus para encontrar a sus presas: las aglomeraciones, los botellones, las reuniones de jóvenes donde se relajan las medidas de prevención. Parte de los últimos rebrotes están asociados a estas concentraciones festivas, con positivos asintomáticos que luego han entrado a sus casas propagando el virus.
Sin embargo, las decenas de personas ocupadas en el sector del ocio nocturno en Coruña ven con preocupación como en las últimas semanas se les ha puesto «injustamente» en el punto de mira como potenciales focos de contagio. Temen que la demonización de las discotecas y pubs lleve a suspender de nuevo la actividad, lo que, advierten, no solo dejaría sin trabajo a decenas de personas, sino que alentaría a fiestas «improvisadas» y sin control de las autoridades.
Los empresarios del ocio nocturno recuerdan además que el cumplimiento de las normas para minimizar el riesgo de contagio y garantizar la distancia social se han seguido a rajatabla. Sea como sea, las comunidades autónomas han empezado a endurecer las restricciones al sector, temerosas de que se conviertan en focos de contagio. En Barcelona se ha cerrado el ocio nocturno y Cataluña estudia ampliar la prohibición a toda la comunidad. También Murcia ha clausurado temporalmente sus discotecas.