
Catalogado como el «más sangriento genocidio en tiempos de paz» de Chile, más de dos mil obreros eran asesinados en 1925. Entre ellos se encontraban niños y mujeres inocentes. Los revolucionarios llegaron a nombrar un Comisario del Soviet de Coruña. 96 años después, El Momento reproduce los fatídicos acontecimientos que llevaron el nombre de nuestra ciudad.
Los niños se despertaban a las cinco de la mañana, cuando aún era de noche. Había que trabajar junto a sus padres para recoger la sal. Iluminados por la luz de una vela, se resguardaban del frío con enormes ponchos caseros. Ninguno de ellos había conocido el colegio, la pobreza solo les había dejado contemplar el abismo del mundo. Era un 5 junio de 1925 y los trabajadores que habitaban las inmediaciones de la oficina salitrera «La Coruña» iniciaban lo que el ministro de guerra Carlos Ibáñez del Campo denominaría «una auténtica revolución soviética». Solo querían pedir mejores condiciones de vida.
Los «obreros de la sal» tomaron el día anterior las instalaciones de la «Oficina salitrera La Coruña» para luchar por sus derechos. Se organizaron mediante la creación de guardias rojas que cuidaron el perímetro de la oficina, asaltaron el polvorín, la pulpería y se organizó el consumo del agua. Para el amanecer del día 5 de junio las tropas se encontraban organizadas para comenzar una espiral de violencia que ni aceptó la rendición de los obreros. El propósito era recuperar las distintas oficinas asaltadas por los trabajadores sin sopesar los costos humanos.
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