Alfonso Rueda encara su nueva etapa con uno de sus principales objetivos a la vuelta de la esquina: volver a recuperar las ciudades. El PP de Pontevedra ha sido el primero en lanzar su carrera por la alcaldía en este ciclo, Rafael Domínguez salió arropado en el primer gran congreso local de los populares.

---

En una pugna sin sobresaltos ni divergencias, Rafa Domínguez ganó con el respaldo del 97% de los votos. Pocos faltaron a la cita que tuvo lugar en un hotel que, paradójicamente, llevaba en su nombre la palabra más repetida por los de Feijóo: Galicia. La unidad, forzada o no por los pontevedreses, es la bandera que el Partido Popular quiere ondear en todas las ciudades. En la nuestra, lo mismo. A pesar del reconocido empeño que Rosa Gallego, «la eterna suplente», ha puesto como portavoz, todo apunta a que el senador Miguel Lorenzo será el encargado de conseguir los 14 concejales necesarios para gobernar.

Secundado por aplausos y en un acto lleno de pesos pesados, Domínguez estuvo acompañado por conselleiros (en funciones), Mariano Rajoy, Rueda y Feijoo. Junto a todos ellos, como es costumbre en las urbes con determinada población, se olvidó del gallego y no dudó en atacarlo: acusó a Lores de haber contratado al teniente alcalde de Barro para «falar galego». La crítica, desacertada, puede ser parte del nuevo «estilo propio» del que Rueda está deseoso por mostrar. Hoy nos dará más detalles, durante la exposición de su nuevo programa.

En este sentido, solo con ver el acto pontevedrés, sabremos lo que ocurrirá en el congreso del que saldrá la persona elegida para enfrentarse a Inés Rey. Rueda o Feijóo, dependiendo de la agenda que tengan en verano -porque será en esas fechas-, dirán que la ciudad tiene hambre de cambio o ilusión. Tendrán palabras todos con todos y los ponentes se mostrarán convencidos de que el candidato saliente llegará a la alcaldía para escuchar a los vecinos y abrir nuevas etapas en el Ayuntamiento. Más de lo mismo, pero esperando que, pase lo que pase, ganemos los coruñeses.

Redacción.

La viabilidad de este periódico, en peligro