
Cinco o diez ya serían muchos. Son 20. Dos décadas, que se dice pronto. El Hotel Plaza ha estado de aniversario y El Momento, en exclusiva, ha hablado con Nuria Blanco López (A Coruña, 1996), su directora.
Desde sus 88 habitaciones es posible empezar a trazar un sinfín de itinerarios de viaje, pero todos ellos acabarán pasando, de forma obligada, por la fuente de Cuatro Caminos. El turista, sean cuales sean sus objetivos en la ciudad, conocerá antes la estatua del perro guía que la de María Pita. Nadie duda que el paisaje coruñés embauca al viajero cuando la península se hunde casi bruscamente en el Atlántico palpitante, pero es Cuatro Caminos donde el cliente acaba su día, y donde lo comienza. Un orgullo para el barrio.
El amor por los hoteles aflora por cada poro de su piel. Tenía 18 años cuando empezó a trabajar gracias a sus prácticas de verano. El ruido de las bandejas o el olor de los desayunos, pueden ser parte de los primeros recuerdos que acompañan a esta mujer luchadora y entusiasta que adora lo que hace, y una de las razones por las que a sus 26 años es directora de los hoteles Plaza y Avenida. “Una actitud de mejora constante” es la clave de su gestión, donde clientes y empleados son tratados con el mismo cariño.
La entrevista
-¿Cómo dinamizan dos hoteles un barrio como Cuatro Caminos?
Lo intentamos con una buena oferta de restauración y aportando un valor extra en el barrio. La verdad es que los vecinos en el día a día nos han apoyado mucho, personalmente estoy muy agradecida de estar aquí, nunca hemos tenido problemas.
-Un sector que ha cambiado, sus formas y maneras, ¿cómo es tener que reinventarse?
Desde los 18 he tenido prácticas en hoteles, era importante hacerlas. Cuando salí de la carrera estuve un año en el Majestic de Barcelona y más tarde en un resort de Canarias. El haber vivido experiencias laborales fuera de tu casa te permite saber lo bueno y lo malo, y poder adaptarlo a tu negocio. El gran reto es siempre seguir mejorando. Quiero que los empleados sigan igual de contentos que hasta ahora, y los nuevos proyectos llegarán. Todo se está llevando a buen puerto, estamos defendiendo unos buenos balances este año.
-¿Cómo ha sido la celebración del 20 aniversario?
Ha sido a lo largo de todo este año, entonces al final es un aniversario especial, porque la pandemia nos ha dado una tregua, ha sido muy importante para nosotros. También estoy agradecida de que no fuese en el 2020, no hubiésemos tenido posibilidad de celebración.
-¿Qué es ser directora de un hotel independiente, sin el apoyo de un gigante empresarial detrás?
Es casi mejor, porque la toma de decisiones es mucho más rápida, no tiene que ser supervisada por una central, en ese sentido nosotros somos más independientes. En nuestros dos hoteles, los edificios son nuestros, pagamos religiosamente y no tenemos ninguna carga económica sobre el inmueble. Claro que todo es relativo, pero nosotros podemos revertir todo lo que hacemos en la empresa, eso nos permite mejorar cada vez más nuestro servicio. Yo me siento aliviada, pero también consciente de los retos que tenemos.
-Usted dirige una orquesta. Ventas, recursos humanos, cocina…¿hay algún día que piense que no puede más?
Es un trabajo exigente, pero todo en esta vida es tener sentido común. Me gusta mucho lo que hago, se exige, pero al final todo con esfuerzo, ganas y apoyo te hace seguir adelante. Yo estoy encantada.
–Se puede cenar, comer, ir al skybar… ¿hay un cliente oriundo de Cuatro Caminos?
Somos un hotel muy abierto a todos los públicos, con menú del día de lunes a viernes. Y el brunch, que hemos estrenado recientemente. Nosotros nos abrimos al turista local. En Barcelona, durante mis prácticas, el hotel celebraba sus 100 años, y allí aprendí a abrirme al público local. Se posicionaban para que la gente de Barcelona fuese allí, era un reconocimiento poder ir a comer o cenar al hotel Majestic. Eso fue una idea que me sorprendió.
–Cuando usted llega a un hotel, de vacaciones, imagino que lo mirará con otros ojos.
Cuando voy de vacaciones voy a desconectar, tengo días contados al año y procuro ponerme del lado del hotelero. Intento ser una clienta superamable, sin quejas y críticas destructivas. Siempre en un sentido en el que puedas ayudar. A veces al ser humano le falta empatía, hay que tener en cuenta la voz del cliente, pero si la amabilidad viene de ambas partes. Cuando se pierde el respeto, el cliente pierde la razón.
¿Cómo es enfrentarse ante situaciones desafortunadas con el cliente?
Al final tenemos que hablar desde el respeto. Tuve que salir a veces del despacho a defender a mi personal. Los errores los tenemos todos. En la profesión, hay situaciones que te dejan mal. Yo lo tengo que saber llevar, pero una persona de recepción o los camareros de sala, no lo tienen por qué soportar, y al final normalizamos esas situaciones y eso no debería ser así.
Ivan Alex.
La viabilidad de este periódico, en peligro

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