La hoja de ruta de Borja Jiménez se ha visto trastocada tras un empate contra el Pontevedra. El Deportivo cayó en casa porque el rival aprovechó sus ocaciones. No jugó mal el equipo en el inicio del choque, al revés, pero fue débil en su área y lo acabó pagando en la segunda mitad.

---

Empiezan a temblar los aficionados blanquiazules después de que su equipo dejase un valioso punto en casa, tras remontar el 0-1 del Pontevedra en los últimos instantes del partido. El Deportivo ha empatado un encuentro que su rival hubiese firmado antes con los ojos cerrados. Un empate ante 17.000 aficionados y contra un recién ascendido. El equipo de Borja tendrá que empezar a demostrar que es el mejor de la Primera Federación.

Y no es que no lo intentara el Deportivo, pero la segunda mitad dio la sensación de que no daba para más. Su dominio inicial se perdió en la brusquedad de los primeros pasos. Se cortaba la tensión y cada pelota dividida era una guerra que retumbaba en las tribunas del estadio. Hay un aire fatalista en estos partidos que se manifestó inmediatamente después del gol. Riazor se quedó mudo durante unos segundos, la primera derrota podía llegar. El conjunto del PCF se agarró entre sí para cerrar su defensa y obligó a los azules a mantener su juego por fuera.

Los fuegos en el área del Pontevedra se apagaron tras el descanso, y el viento, por desgracia, comenzó a soplar hacia Mackay. El equipo de la ciudad del Lérez se soltó tras el descanso, saliendo con la suficiente ambición como para que Brais Abelenda, extremo derecho de 26 años, anotase el primer gol en Riazor. Y el Pontevedra, feliz, satisfecho de demostrar que el mejor equipo gallego también puede tener rivales, aguantó victorioso hasta el minuto 87. Mario Soriano se erigió como el goleador que es y cantó el gol del empate tras una gran jugada de Quiles.

Redacción.

La Crónica, el espacio branquiazul de El Momento.

---

La viabilidad de este proyecto, en peligro