Los jóvenes han explotado, consideran que la subida de precios no es «normal». La entrada, que cuesta más de 60 euros por los «gastos de gestión», solo incluye refrescos. El precio se ha encarecido un 20% con respecto al año pasado.

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Las promotoras empiezan a colgar sus propuestas de fiesta y las reacciones se van sucediendo entre el público joven. El Playa Club ha anunciado su tradicional sesión light , destinada para el público de entre 15 y 18 años, es decir, aquel que aún no puede acceder a bebidas alcohólicas. El precio está claro: 60 euros más gastos a cambio de refrescos ilimitados y cinco horas dentro de las instalaciones. El beneficio para la empresa es redondo.

Salir de fiesta por Coruña cada vez se hace más complicado. A las largas colas que se forman en la puerta de los locales de ocio, ahora hay que añadir los precios elevados de la entrada y las consumiciones. Algunos clientes ya han empezado a protestar a través de sus redes sociales y en privado: «no es normal pagar 60 euros por unas fantas y unas cocacolas, aunque sean 20″, protesta una joven. Solo el precio de la entrada garantizaría durante 225 días tener el tick azul que demuestra que tu cuenta de Twitter está verificada. La falta de transparencia dentro del propio sector también preocupa a las asociaciones de consumidores: «sabemos que existen intermediarios entre el local y el cliente que se llevan dinero al margen de todo control», dice una experta consultada por este medio en relación a la figura del relaciones públicas.

Por otro lado, el precio de la entrada no solo se traslada al consumidor final, sino que las subidas desproporcionadas tienen un efecto contagio. El sector hostelero se anima a estirar los precios y sigue una hoja de ruta marcada por los primeros que lo hacen. Sin embargo, desde algunas asociaciones hosteleras consideran que las subidas desproporcionadas pueden tener «posibles consecuencias negativas sobre el sector» al alejar por completo un determinado público que no puede permitirse determinados precios.

Redacción / Iván Alx.

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La viabilidad de este proyecto, en peligro