El incremento de delitos relacionados con el consumo de estupefacientes y la inseguridad que se vive en el entorno de Alcalde Marchesi han obligado a rectificar horarios ya asentados en dos emblemáticos locales. El sector de los taxis, con parada en las inmediaciones, también se queja de los problemas que causan los toxicómanos a altas horas de la mañana.

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Aquellos lectores que no conozcan el emblemático Café Delicias tampoco serán conscientes de la trascendencia de la noticia. Imagínense que en Riazor ya no juega el Dépor, o que la torre de Hércules deja de alumbrar por las noches. Pues el Delicias es, salvando las diferencias, un símbolo de otra época que desde 1958 mantenía un cartel que indicaba «siempre abierto». Más allá de la fuente de Cuatro Caminos se esconde un micromundo de compra venta y consumo de drogas, con decenas de toxicómanos que deambulan entre Fernández-Latorre y Alcalde Marchesi, y el «siempre abierto» se ha transformado en un «cierro a las tes». También, la presencia de un narcopiso en Benito Blanco Rajoy, no ayuda a que la situación mejore.

El Delicias ha vivido tantas cosas que hasta en el 2001 unidades antiterroristas de la Guardia Civil irrumpían a las 6 de la mañana para detener a Alicia Lucía Saez de la Cuesta, etarra que trataba de reconstruir la infraestructura de ETA en Galicia. Sin embargo, han tenido que ser las drogas las que hayan puesto fin a un horario que solo se interrumpía durante media hora para limpiar el local. También su vecino, el Villasan, que se encuentra justo delante, ha tenido que modificar su hora de apertura y de cierre. Otros puntos de venta situados en Os Castros y O Castrillón provoca que el trasiego de toxicómanos se haya incrementado.

También los taxistas han notado la escalada de la delincuencia que vive la zona. «Te vienen y te dice que si les llevas a un sitio te dan el DNI, que te pagarán mañana», comenta un taxista de la parada que se niega a atenderlos. Tampoco se oferta cambio en el Villasan, «aquí ya no dan cambio, todo por la droga», comenta un vecino de la zona.

Ivan Alx.

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La viabilidad de este proyecto, en peligro